¿A dónde iremos con tanta diversión?

El espectáculo de entretenimiento se impone cada vez más, como una alternativa cultural, y por tal razón han venido perdiendo vigencia conceptos que tradicionalmente han emparentado el arte con los elementos esenciales para discernir la realidad y transformarla.

Estas nuevas prácticas, relacionadas con la imposición de un lenguaje lúdico, cuya misión es la consolidación de una actitud distractora, es parte de un proceso encaminado a disminuir la capacidad de análisis, para uniformar el pensamiento, manipular la ideología, menguar la capacidad volitiva del individuo y crear sociedades dentro de las cuales se puedan imponer, sin las incomodidades del análisis y el debate, políticas económicas determinadas.

Esta laxitud también se extiende a los demás procesos sociales, y es esa la razón por la cual la búsqueda del individuo es cada vez más inmediatista y hay menos relación entre causa y efecto. El estudio y la planeación ya no son importantes en la realización de un evento, porque el objetivo principal actual es impactar, para hacer ruido y ganar popularidad y estas son condiciones que se logran con la sola aplicación de estímulos subliminales.

Cada día se inventa más y se crea menos y por eso el sentido de competencia que ha tomado el sendero de la cultura lo está convirtiendo en un surtido de audacias capaces de incrementar la trivialización de los contenidos, de acuerdo con las demandas, para hacerlos más atractivos y competitivos.

Los lugares en donde se arman espectáculos escénicos son cada vez más un símbolo de entretenimiento, y en los que no se consigue dar relieve a ese propósito, ronda la idea del fracaso.

El concepto de cantidad se impone al momento de evaluar, y por tal motivo se tienen como exitosos aquellos espacios con gran cantidad de público, porque no existe un mecanismo que permita ofrecer un resultado cualitativo de la jornada cultural, porque en un mundo de competencia no hay espacio para ello. 

La tecnología, cuya esencia, según la promoción comercial que se hace de ella es la facilitación de la vida del ser humano, tiene un papel importante en este comportamiento, pues acorta, de forma encantadora, el camino de la investigación, dejando fluir con entusiasmo información, con apariencia de conocimiento, y para conseguirlo  se vale de un estimulante componente recreativo, con capacidad de crear adicción.   

La destitución del discernimiento es uno de los objetivos de quienes han vuelto subalterna a la cultura, convirtiéndola en un accesorio más de la sociedad, con un atrayente componente económico y por ello anexada a las prácticas políticas nacionales de distribución de presupuesto.

Por eso creemos indispensable abrir un espacio al análisis, para iniciar un debate que nos lleve a definir cuál es el rol de cada uno de nosotros en la coyuntura actual, caracterizada por una actividad cultural cuya misión está cada vez más comprometida con la complacencia.

Adónde iremos con el fomento de la distracción en todas las actividades relacionadas con la cultura, es una pregunta que no podemos eludir, porque el entretenimiento es una forma de sustraer de la realidad a las personas mientras se modifican sus esquemas sociales y se inculcan nuevas ideas sin el permiso de la consciencia. 

Germán Jaramillo Duque

  • Escritor, premio de novela Jorge Isaacs 2033 en Colombia.
  • Promotor de la narración oral.
  • Creador del encuentro de contadores de historias y leyendas, el evento de narración oral más antiguo de Iberoamérica.

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