Los peruanos y peruanas empezamos el año 2017 con mucho entusiasmo y con una gran esperanza de alcanzar los objetivos anhelados, de cristalizar sueños y de trabajar por una familia y una patria más fuerte, más unida, más prospera.
Sin embargo, con gran preocupación vemos como se presentan algunos nubarrones en el horizonte, apreciamos una falta de manejo político en el gobierno que afecta la confianza de los inversionistas y un retraso en el inicio de importantes mega proyectos como el gaseoducto del sur, el aeropuerto de Chincheros y otros, así como el destape de la corrupción de empresas brasileñas como ODEBRECHT, Navarro Correa, OAS, entre otras, pareciera que estamos en un mundo surrealista.
Si a esto le sumamos el reportaje de un canal de televisión donde revela como un Teniente Alcalde de un distrito de Lima sur, busca “inversionistas” que aporten 150 mil dólares para vacar al actual alcalde y ofrece a cambio darle terrenos municipales, la situación de la moral pública se complica, nos revela cuan profundamente ha avanzado la corrupción ante la pasividad del estado y de todos los ciudadanos.
Hace pocas horas se ha allanado la residencia de un ex presidente del país, sindicado por colaboradores eficaces del caso Lava Jato de haber recibido 20 millones de dólares por la Interoceánica del Sur. Esta noticia nos toca a todos los peruanos, pues nos da una idea más clara de la magnitud de este mal en nuestro amado Perú, en particular porque este personaje fue el caudillo de muchas marchas a nivel nacional contra la corrupción.
Hemos tenido una oficina nacional anticorrupción desde hace varios años y esta oficina no sabemos que hizo, porque los casos de corrupción se han incrementado exponencialmente y no tenemos registro de que haya servido para algo. Esta pasividad ante la corrupción genera desconfianza y falta de credibilidad en el estado y sus instituciones, haciéndole un grave daño a la democracia. Igualmente la Contraloría General de la República sabía de todos estos temas y no actuó oportunamente perjudicando al estado y a los 30 millones de peruanos.
Un manto de desconcierto ha caído sobre nuestro país, sabíamos que había corrupción pero no a estas escalas, la delincuencia común y el narcotráfico también nos flagelan generándonos un clima de desconcierto y preocupación por el futuro de nuestra patria. Nuestros jóvenes que son la reserva moral del país, no están teniendo los mejores ejemplos a seguir. Hacemos un llamado a las actuales autoridades del gobierno nacional y de los gobiernos regionales y municipales, para que trabajen con mucha transparencia, sensatez y responsabilidad en la ardua tarea de devolverle la confianza a la población, de fortalecer la moral pública y de coadyuvar a sostener la democracia, de lo contrario el país podría tomar un rumbo equivocado, que nadie quiere imaginar.
Nuevamente tenemos un reto todos los peruanos de sacar adelante a nuestro Perú, ya lo hicimos después del terrorismo, ahora nos toca vencer la corrupción y sentar las bases morales de un nuevo país, con justicia, libertad y pleno ejercicio democrático.